miércoles, 20 de mayo de 2009

Vegetarianismo ético

Todo individuo capaz de formarse una ética de vida, tiene las capacidades para hacer distinción entre lo considerado moralmente correcto e incorrecto. En su mayoría estos criterios suelen coincidir entre las personas, sin embargo son aplicados generalmente solo en las áreas en las que el hombre resulta beneficiado, olvidando completamente las demás. Es necesario que el individuo extienda los límites que el mismo se ha impuesto, comenzando a discernir más allá de lo que le resulte provechoso. Es así como se vuelve necesaria una globalización de principios básicos éticos, abarcando no solo a quienes vemos como nuestros pares, si no que también a aquellos seres que al igual que nosotros comparten rasgos humanos como; el dolor, el sufrimiento y la felicidad, entre otros.

Es a esta globalización a la que suele conocerse como vegetarianismo ético. Una filosofía basada en una moral capaz de comprender que los animales son el reflejo de lo que alguna vez los humanos fuimos, y que por tanto, merecen de igual manera una ética humana en la cual ellos también tengan cabida.Un ideal ético en que no sean protegidos por el hecho de servir como beneficio, si no que se les proteja por el simple hecho de existir.

Es por ello, que es necesario suprimir todo tipo de alimentación que conlleve al trato inmoral hacia los animales, excluyendo de la dieta humana; las carnes (en todas sus variedades), la leche e incluso los huevos, así como también el uso de elementos que provengan directamente de ellos; como el cuero y la lana. Parece una medida un tanto drástica, pero si lo es, es únicamente porque la sociedad lo quiso así. Vivimos en una civilización que ha hecho de los animales nuestros esclavos, haciendo a los hombres totalmente dependientes de estos.

La historia del vegetarianismo está relacionada con muchos de los más famosos nombres que ha tenido la humanidad. El mundo helénico y la antigua Roma contaron con importantes personajes vegetarianos, quienes nos heredaron sus influencias éticas sobre el repudio a la alimentación carnivora. Pitágoras, al igual que Porfirio, sostenía que la carne de los animales contaminaba y brutalizaba el alma humana. También los escritores Ovidio y Plutarco deploraban la matanza de criaturas inocentes, igual que otros personajes vegetarianos griegos y romanos como Homero, Empédocles, Platón, Teofrasco, Soción, Séneca, etc.

El maestro renacentista; Leonardo Da Vinci (1467 -1516), mantenía una creencia férrea a que los humanos algún día llegasen a considerar importante la muerte de los animales, de la misma forma en que ven la muerte de los demás humanos. El pintor, escultor, arquitecto, ingeniero y anatomista italiano rehusó obstinadamente comer carne desde la infancia.

El escritor español y autor de "El Quijote", Miguel de Cervantes (1545-1616), también pensaba que "La alimentación de un hombre superior debe ser de frutos y raíces comestibles", igual que el Dr. Carlos Linneo (1707-1778), uno de los más grandes naturalistas de la humanidad: "De acuerdo con su anatomía, el hombre no ha sido dispuesto fisiológicamente para comer carne", decía, y "Las frutas son el alimento más conveniente al hombre, según demuestra la analogía con los cuadrúmanos en la estructura de su dentadura y aparato digestivo".

En 1740, George Cheyne publica el "Ensayo sobre el régimen alimenticio", con discursos médicos, morales y religiosos; libro que, posiblemente, sea el primero dedicado al tema del vegetarianismo.

Hasta finales del siglo XVIII el rechazo de los alimentos de origen animal se justificaba con argumentos morales y metafísicos, pero a partir de principios del siglo XIX el creciente interés por la salud y una mayor influencia de las ciencias en la sociedad permitieron la formulación de razonamientos fisiológicos a favor del vegetarianismo. El Dr. Isaac Jennings, de Ohio, tras 20 años de práctica de la medicina, estaba desolado al ver a sus pacientes empeorar con la administración de medicinas y dejo de recetarlas, obteniendo resultados sorprendentes con tratamientos alternativos basados en la enseñanza de hábitos sanos de vida, iniciándose así con él la práctica de la higiene natural en 1822. Otros ilustres proponentes de la alimentación e higiene natural fueron John Harvey Kellog y Sylvester Graham, que llegó a ser un experto en anatomía y fisiología, debido a su interés por superar los graves problemas de salud que padeció durante la niñez, alcanzando la fama durante una epidemia de cólera que sufrió Nueva York en 1832, cuando los médicos recomendaban a la gente no comer fruta y cocinar todos los alimentos y él recomendaba todo lo contrario: comer más frutas crudas, mantener las ventanas abiertas para airear las casas, más luz solar, más aire fresco y otras medidas sanas, contrarias al pensamiento médico contemporáneo; consejos que permitieron salvarse a mucha gente que los siguió.

Para que el vegetarianismo de principios del siglo XIX pudiera verse legitimado a los ojos de la sociedad era necesario demostrar también su fundamentación científica. A partir de la mitad del siglo pasado fue ganándose una reputación general como dieta alternativa sana, aunque los criterios morales fueran a menudo determinantes en la adopción de este estilo. de vida. En la actualidad, los tópicos y mitos existentes y el desconocimiento general de los argumentos científicos sobre sus beneficios para la salud humana -incluso entre los profesionales de la nutrición- representan aún una barrera importante a la extensión generalizada de la dieta vegetariana.

En 1821 aparece el libro "Thalysie", que, a pesar de no despertar un gran interés en Francia, fue durante muchos años una especie de biblia para los vegetarianos, contribuyendo con su influencia a la creación de la primera asociación vegetariana del mundo en Gran Bretaña. En este libro, el autor Jean Antoine Gleïzès, expone argumentos fisiológicos y éticos a favor del vegetarianismo: "No comprendo cómo se puede tener valor para matar a un animal y estómago para comerlo; matar a un animal y comérselo es cometer un doble crimen", dijo.

En Gran Bretaña, el reverendo William Cowherd propuso la abstinencia de comer carne en 1807; en 1809, el doctor William Lambe publica un libro en el que muestra la eficacia del vegetarianismo para curar algunas enfermedades como el cáncer y, en 1812, fue publicado el primer libro de recetas vegetales. En esas fechas también se publicó el libro de John Oswald: "El llanto de la naturaleza o un llamamiento a la compasión y a la justicia de parte de los animales perseguidos", donde, igual que en otras publicaciones que siguieron, se manifiesta que la repulsión que produce la visión y el olor de la sangre derramada no es simplemente una reacción estética, sino una respuesta fisiológica a la impureza y la incompatiblidad física que nos produce aquello que nos desagrada; una indicación de que un. alimento es impropio para el consumo humano porque no estamos diseñados para recibirlo. En 1846 se estableció el primer hospital vegetariano y, en una reunión celebrada allí, se fundó la Asociación Vegetariana el 30 de septiembre de 1847, publicando dos años después su primera revista, con una tirada de 5.000 ejemplares. El lema "Vive y deja vivir" era utilizado por primera vez en 1851 en la revista "El Mensajero Vegetariano"; donde ya se ofrecían alternativas al calzado de cuero. Poco tiempo después, en 1850, se fundó la Asociación Vegetariana Americana, que adoptó la siguiente resolución: "La anatomía comparativa, la fisiología humana y el análisis químico proclaman juntos la opinión de que no sólo la raza humana puede, sino que debe subsistir con los productos del reino vegetal". Hasta entonces el vegetarianismo y las campañas en contra del alcohol y el tabaco se habían visto como parte del mismo movimiento, tanto, en Inglaterra como en los Estados Unidos el vegetarianismo llegó también a estar íntimamente afiliado con el movimiento en pro de la medicina alternativa.

En 1908, la Unión Vegetariana Internacional reemplaza a la Unión Federal Vegetariana establecida en 1889, con el propósito de unir a todas las asociaciones vegetarianas del mundo, cuyo primer Congreso Vegetariano Mundial se celebró en Chicago en 1893.

La actividad naturista organizada en España empezó en 1907 con la creación de la primera asociación vegetariana promovida por Jaime Santiveri de Piníes. Iniciándose así un periodo de apogeo del movimiento naturista que duró hasta la guerra civil española de 1936.

En 1919, en Valencia, se edita la revista «Helios», y el Dr. Vander, uno de los propagandistas más populares de los ideales del vegetarianismo, edita libros muy asequibles y aceptados por los vegetarianos en general. Mientras el médico naturista madrileño, Dr. Alfonso, crea la revista «Acción Naturista», promueve la constitución de la Agrupación Naturista Alicantina y organiza por primera vez en España las prácticas helioterápicas. En aquellos años se produce una división entre los médicos titulados, como el Dr. Casiano Ruiz Ibarra, que recibió el primer título de médico naturista, y los doctores natúropatas qué practicaban el naturismo integral, en línea con los empíricos: Kuhne, Prisnett, Rikle, Padre Tadeo de Vicent, el Ábate Kneipp, etc.

En 1923, el Dr. Ferrándiz, autor de "Armonías alimenticias", publica la revista "Salud y Vida". En 1925, los doctores naturópatas José Castro y Nicolás Capo llegan de América Latina y fundan en Barcelona la Escuela de Naturotrofología. En estas fechas, el primer grupo naturista alicantino se reunía regularmente al pie de la Sierra de San Julián, en los parajes costeros que denominaron "Palacio del Sol" y "Helios", y se estableció contacto con otros naturistas europeos. La Sociedad Naturista de Alcoy contaba ya con bastantes afiliados y editaba la revista "Regeneración Humana".

En 1935, auspiciado por la revista "Pentalfa", que dirigía el profesor Capo, se celebró en Barcelona un congreso naturista internacional.

Durante la segunda República y la guerra civil funcionaron la sociedad naturista "Fruta y Libertad", de Madrid, y la "Sociedad Naturista de Barcelona", pero, debido a los conflictos ideológicos de esa época, el régimen franquista disolvió las sociedades naturistas y prohibió la práctica del naturismo a finales de 1939.

A partir de los años sesenta se inicia otro periodo de actividad con la formación de grupos vegetarianos en varias ciudades españolas, y en 1963 se celebra en Barcelona -auspiciado por la Unión Vegetariana Internacional- el XVII Congreso Internacional Vegetariano. En mayo de 1964 las sociedades de Barcelona, Madrid, Baracaldo y Valladolid establecen la Federación Naturista Vegetariana Española, que después de un periodo de crisis se hace rotativa.

El Centro de Estudios Naturistas de Barcelona, que tiene como director y presidente a José O. Ávila, publica la revista decana del naturismo español "Vivir con Salud", y organiza, a través del Centro de Estudios Naturistas, un amplio programa de actividades culturales y cursillos sobre diversos temas relacionados con la salud.

La revista mensual "Integral", fundada en 1978 y editada en Barcelona, y la más reciente aparición de "Cuerpomente", han sido pioneras en la divulgación profesional de todos los temas relativos a la alimentación natural y la salud y la medicina alternativa.

El higienismo se establece también en España en los años setenta, cuando André Torcque -recientemente fallecido- funda en 1977, en Mallorca, "Puertas Abiertas a la Nueva Era", que promueve la higiene vital y la agricultura ortobiológica a través de varios libros y publicaciones, labor que continuará realizando en los años noventa el grupo "Higea"; de Madrid, fundado por los hermanos José Manuel y Natividad Casado, con el objetivo de enseñar y educar a las personas a estar sanas y a respetar el ecosistema del planeta y a todos los seres vivos. También la llegada del boletín "Crudivorismo", que publica Balta de la Hiniesta, es una nueva fuente de información para seguir una alimentación vegetaliana cruda.

La celebración del VII Festival Internacional Vegano, que congregó a 150 personas de todo el mundo en Tossa de Mar, en julio de 1993, marcó el nacimiento de la Asociación Vegana Española (AVE), estableciéndose así, en nuestro país, las bases dietéticas y filosóficas del movimiento vegano mundial y el comienzo organizado de la actividad divulgativa del veganismo como alternativa ética y sana al consumo y dependencia de los productos obtenidos de la explotación cruel, injusta e innecesaria de los animales.

Los acuciantes problemas ecológicos, la mala publicidad del colesterol y las grasas saturadas, y los estudios que confirman que una dieta vegetal puede sostener la salud y mejorarla han contribuido, junto a las motivaciones metafísicas y morales históricas, a un mayor interés por la salud y a un espectacular crecimiento del interés por el vegetarianismo y el veganismo en los últimos años. El peligro que corren infinidad de especies y el daño y la contaminación qué están sufriendo los ecosistemas también han intensificado la aversión a la explotación humana de otros animales y el deseo del retorno a una vida más simple y a una dieta más natural. Esto y, los enormes costes económicos y ambientales de una dieta basada en el consumo de carne para una población que crece constantemente, han hecho que el veganismo sea el vehículo esencial para salvaguardar la vida del planeta Tierra.

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